Mucho han tardado los “ilustres académicos” de la desequilibrada y antisocial industria certificadora de productos halal para lanzar a sus títeres y defender así sus suculentos beneficios, nunca compartidos con la comunidad musulmana, esencia y fuente de su existencia.
Un fantasmagórico Ahmed Al Jaburi, en un artículo de opinión, firma un relato en un medio adscrito a una mercantil bastante conocida por sus conjuros de ingeniera social, fiscal y de instrumentación del Islam en España.
En su opinión, claramente influenciada por intereses comerciales, es un error que Marruecos se responsabilice del mantenimiento y cuidado de los servicios religiosos en Ceuta. Considera como inaceptable tal situación así como que la misma no debería extrapolarse al resto de España, ya que, según manifiesta, tal acción se constituiría como una nítida muestra de dejación por parte del Estado, así poniendo en manos de Marruecos el control del Islam en España.
En su difusa y tosca explicación, Al Jaburi anatemiza a la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas, FEERI, tildándola de afín al movimiento Justicia y Caridad aludiendo a declaraciones ajenas carentes de rigor, pero de las que se sirve para catapultar y condimentar su relato en un torpe intento de revestirlo de seriedad, cuando no es más que la muestra de su dolor e ira contenida.
Al Jaburi y la mercantil que le solapa no buscan independencia del Islam en España: es lo último que querrían. En realidad, lo que quieren y anhelan es que nada cambie.
La idea de una FEERI organizada y sin el estigma de etiquetas radicales no gusta a quienes la prefieren efímera e invisibilizada. No soportan que su presidente y los miembros que la conforman sean personas decentes y sin mácula, contrariamente a lo que sucede en ese vagón de la CIE-UCIDE y otros en cola sellando halal donde tercie.
No quieren una FEERI moderna, libre e inocente de todas esas canalladas que le propinaron en su buena fe y que durante tantos años explotaron para sus intereses comerciales, que nunca religiosos.
Prefieren una CIE mansa e iletrada, gestionada por migrantes que nunca supieron adaptarse a su nuevo medio social, domesticados mediante importantes dotes económicas, con la consigna de que callen y hagan de la sumisión más vil su acto de fe. Así han estado 30 años, tirando de las ubres del Estado y sin ningún tipo de avances sociales, religiosos ni democráticos. Y no solo ellos, a ese rol de ausencia de utilidad social hay que sumar también a quienes han aprovechado la buena sombra del árbol del halal para hacerse de oro sin que ni una pizca de esa riqueza haya sido destinada a la comunidad que dicen proteger, y que no es otra cosa que su insaciable sed de dinero e influencia, como si tales ganancias pudieran llevárselas con ellos a la tumba, a la usanza de los fastuosos reyes egipcios, pero Allah conoce lo que ruge y silencia cada corazón.
No es ningún secreto que la gestión de Marruecos de las mezquitas de Ceuta se remonta a años atrás, no siendo extrapolable esta situación al resto de España. Asimilar ambas cuestiones es un error y deja en evidencia a quien trata de hacerlo, desnudando su ignorancia y cruel torpeza si acaso estudiada alevosía.
Prueba de ello es que los musulmanes de Ceuta celebran las festividades del Islam en las mismas fechas que Marruecos, como siempre ha sido. Hubo un tiempo en el que los que hoy dicen representar a UCIDE en la ciudad promovieron movimientos para acabar con esa tradición intentando convencer a la gente de que si el Eid al Adha se celebraba en la Península un martes, así debería ser también en Ceuta y no un miércoles cuando lo celebraba Marruecos, su país vecino. Fracasaron en el intento y en aquello que llamaron “Islam español”. Los musulmanes de Ceuta son de una gran madurez, sin duda, pero en el buen sentido y en el buen camino.
Retorcidos esfuerzos para vanos resultados
No contentos con eso, intentaron conquistar mezquitas a golpes, al puro estilo de los pandilleros salvadoreños. El episodio de la mezquita de Sidi Embarek, con los actuales jefes de la UCIDE y CIE en Ceuta liderando la revuelta y con la presencia de la Policía Nacional en el interior de la mezquita es su herencia.
En el imaginario popular quedarán aquellas palabras del hoy solapado jefe de la UCIDE en Ceuta cuando se dirigió al imam que estaba en esos momentos dando el sermón del viernes. Lo de Rubiales en el palco presidencial queda en anécdota/ mero rechazo frente a lo que se escuchó en esa mezquita aquel aciago día en la historia de los musulmanes de Ceuta.
Hubo otros episodios parecidos incluso en la propia mezquita de la UCIDE en la que todos acabaron aporreándose con saña desmedida. Al menos los animales lo hacen con cierto estilo.
Durante muchos años las mezquitas de Ceuta estuvieron abandonadas y únicamente mantenidas con las donaciones de sus moradores. Eran tiempos de penuria y dificultad. Las mezquitas no tenían normas ni horarios ni órganos encargados de su funcionamiento. Las visitas de conferenciantes extranjeros con discursos extraños eran habituales. Fueron los propios musulmanes ceutíes quienes acudieron a las oficinas del Ministerio de Asuntos Musulmanes en Rincón, ciudad marroquí a 15 Kms de Ceuta, para pedir ayuda y así mantener abiertas las mezquitas. Desde entonces, Marruecos se ha ocupado de todo. Introdujo normas, asignó imames y dispuso partidas económicas para su conservación y normal funcionamiento. Incluso durante la pandemia mantuvo un retén de imames.
En la actualidad son más de 34 lugares de culto los que gestiona Marruecos, incluidos aquellos adscritos a la UCIDE, así como las dos regentadas por la propia UCIDE, es decir, que incluso la UCIDE, entidad que preside la CIE nacional y el rumbo del Islam en España, solicitó la intervención de Marruecos.
La gestión y el control de esos lugares de culto nunca se han traducido en estrategias de tensión e influencia, nada más lejos de la realidad; antes bien, el espíritu de esa intervención tiene como único fin que los ciudadanos musulmanes de Ceuta puedan ejercer con serenidad su fe. No existe ninguna oposición al respecto.
En cuanto a la necesaria independencia del Islam de España, hay que empezar diciendo que lo primero que hay que hacer es prescindir de todos esos parásitos sociales que gestionan la CIE y todos aquellos que le ríen sus gracias, muchos de ellos inmersos en duros procedimientos judiciales, con unas federaciones agonizantes y un descalabro absoluto sin coordinación ni consenso del resto de entidades musulmanas. Llamar a eso “Empoderamiento musulmán” es una broma macabra.
Seguirá