sábado. 15.03.2025
ENEMIGOS DEL ESTRÉS

El Islam que nos espera

/ “Sentarse tranquilamente, sin hacer nada, la primavera llega y la hierba crece sola”,  Matsuo Basho, poeta japonés

/ Los ciudadanos musulmanes de España merecen un mayor respeto y mayor consideración por quienes afirman representarles y que les fueron impuestos mediante procedimientos que exigen una  profunda revisión

/ Ni la infecunda Comisión Islámica de Aldbi ni la infructífera FEERI  de Benjelloun tienen legitimidad suficiente para anunciar festividades del calendario musulmán; menos aún, hacer uso de título de interlocución en nombre de los musulmanes de España

man-2138962_640

Año tras año, la Comisión Islámica y  FEERI se apresuran y compiten en anunciar algo tan simple como es el comienzo y fin de Ramadán, y como extra el día de Eid al Adha. El resto del año nadie sabe qué hacen, a qué se dedican, cuántos son y en qué gastan las subvenciones que reciben. 

Cuando anuncian el comienzo de Ramadán dan por hecho que han culminado un logro importante, incluso hablan de paz, generosidad, concordia, todo mediante un lenguaje que se repite cada año, ya manido y que duele a la vista,  palabras elegidas para conseguir armonizar un ambiente que en nada les es favorable en el seno de la comunidad musulmana de España. Si tan importante es señalar el Ramadán, ¿Por qué no un audio o un vídeo? En eso no se gastan el dinero. Son amigos de los textos fríos. Los musulmanes no merecen más, así piensan y así actúan.

Un último ejemplo es el de Parla, ciudad madrileña en la que cientos de jóvenes manifestaron su pesar por las normas educativas que intentan amordazar su libertad de elección. Ya no es porque sea debate religioso o no, cuestión ésta intrascendente, sino porque es un asunto de simple libertad, de elegir lo que cada uno quiere. Ni CI ni FEERI  aparecieron por allí como tampoco por todos aquellos puntos de la geografía española en la que se demanda cierta presencia de estas federaciones y comisiones fantasmas. Hay que recordar que la CI exige el hijab para dar clases de enseñanza religiosa islámica, ERI. Dan más valor a este atuendo que a la capacitación académica.

El  Islam que nos espera con Adlbi y ahora la sumisa y gran decepción en que se ha magnificado la FEERI de Benjelloun es para salir corriendo, ahora enfundado en traje de rector de lo que define como  “universidad” y compatibilizando la administración de empresas de comida rápida. Un “paraninfo”, el de Benjelloun y sus invitados,  que merece tratamiento aparte.

Desde la firma del Acuerdo del 92 todas estas entidades, con la CI a  la cabeza y ahora con FEERI de muletilla, nunca han promovido ningún tipo de actividades que tengan como fin favorecer una convivencia intercultural que permita una mayor cohesión social; menos aún, impulsar el diálogo entre culturas, derribar tópicos y prejuicios y transmitir valores de respeto y de acercamiento, de modo que las diferencias sumen en aras de una convivencia sólida y diversa.

Son acérrimos enemigos de la crítica. Cualquier artículo que desvele mínimamente sus trapicheos es motivo suficiente para que  se abalancen contra quien o quienes han osado extralimitarse.  Si es Ramadán, dirán que es Ramadán y que la crítica debe reservarse para momentos mejores, sin embargo, ellos no dudan en desvalijar las ilusiones y las esperanzas de la gente sin importarles el momento ni el mes.

Juntos y revueltos

Tanto Adlbi como Benjelloun se han conjurado en mantenerse unidos en tiempos de calma y tempestad. Les une una misma idea: no hacer nada. Y no hacer nada debe ser definido como mínimo como acto impropio en quienes tienen la obligación de velar y gestionar los intereses de los ciudadanos musulmanes de España.

Son extremadamente pusilánimes, tanto que a cualquier afrenta responden con la herramienta del Islam en las manos, como si su condición religiosa fuese coraza y aforamiento intocable, sin ofrecer nunca datos y hechos porque simplemente no los hay.

En el terreno cultural han demostrado una nulidad y miseria extrema. Nada han hecho en 32 años para sensibilizar sobre  la contribución de la civilización islámica y, por imperativo, promover proyectos de desarrollo y formación sobre una materia de indudable valor histórico y científico.

Estas son actividades básicas que se presumen propias de unas entidades que se autodefinen como “musulmanas”, y está claro que ser musulmán no se limita a cumplir con un número determinado de oraciones, hay que obligarse también al fomento de actividades que tengan como objetivo derribar muros de incomprensión entre el mundo arabo musulmán y Occidente, facilitando así una mejor lectura de la historia y de su presente, lo que habría significado un relato mucho más aceptable de lo que implica y significa ser musulmán antes y ahora.

Otra asignatura pendiente es su indiferencia y falta de compromiso con la igualdad de género, así como una nula contribución a una mejor compresión e interpretación de los textos sagrados del Islam, no solo para quienes ya tienen una edad, sino también para aquellos jóvenes ávidos de profundizar en sus raíces de índole religiosa y cultural, induciéndoles los valores de la tolerancia y el respeto mutuo.

Otra parcela en la que han estado -y siguen estando-  ausentes es el asunto del medioambiente. Nada, su contribución a un desarrollo medioambiental ha sido cero, al igual que la atención al colectivo de personas mayores y personas vulnerables.

Seguirá

El Islam que nos espera