Su acercamiento sugiere muchas lecturas, sin embargo, una de las que mejor encaja en este tablero de incontinencias tiene que ver con sus propios intereses y, para más señas, con su propia existencia.
Las señales de humo lanzadas por Adlbi pidiendo la comparecencia de Benjelloun en Madrid para tratar asuntos de “enorme importancia”, fueron recibidas por FEERI como quien recibe un chaleco salvavidas en un mar embravecido que amenaza tu existencia.
En el momento de realizar la llamada de auxilio, Adlbi tampoco contaba con todas las de ganar ni gozaba de la paz y la tranquilidad de la que muchos de sus ayudantes presumen y que intentan trasladar a la opinión pública.
Adlbi no actuó de motu propio. Existen indicios racionales que invitan a pensar que sus contactos y asesores, tanto internos como estatales, le habrían sugerido que leída la situación lo mejor era fortificar el dique ante eventuales y futuras corrientes impulsadas por un país del sur, en clara alusión a Marruecos, pero sin nombrarlo.
La llamada de Adlbi no fue lo que dio inicio al acercamiento entre UCIDE y FEERI, perfiles absolutamente antagónicos desde donde se mire. La acción de Adlbi fue la consecuencia de un hecho que se produjo cuando CIE anunció el comienzo de Ramadán 2024. Un señalamiento que se realizó el día 10 de marzo –mediodía- mediante una nota de prensa y participando que el primer día del mes de ayuno comenzaría el martes 12, fecha coincidente con el inicio del mes de ayuno en Marruecos. Pasadas unas horas, CIE enmendó su aviso con una nueva nota en la que fijaba el comienzo de Ramadán para el 11 de marzo, lunes, fecha coincidente con el comienzo del ayuno en Arabia Saudí y con la nota que había difundido FEERI ese mismo día.
En realidad, lo que se dio por “error” de CIE no lo fue tanto, pues CIE había decidido por “simple coherencia” que el comienzo del Ramadán coincidiera con su inicio en el país musulmán más cercano, Marruecos, pero eso quebraba de raíz la tradicional postura de arrancar el mes con Arabia Saudí, una forma establecida y consagrada para ventilar la presencia de cuerpos extraños en el microclima musulmán español, muy reacio a que los hábitos de comienzo y fin de las festividades musulmanas se realicen al unísono con el vecino del sur a fin de evitar influencias no deseadas.
La consigna es que todo empiece y termine con Arabia Saudí sin que importe distancia ni sustancia doctrinal. La cuestión clave es evitar por todos los medios que el vecino del sur magnifique su influencia y poder en los designios de la comunidad musulmana residente en España. Una actitud claramente beligerante y que no se justifica.
La idea de hacer coincidir las fechas de las festividades musulmanas entre España y Marruecos apabulla a muchos, especialmente a quienes intentan disimular su pertenencia a grupos formidablemente estructurados y tradicionalmente enfrentados con la figura que simboliza Mohamed VI.
Este asunto, el de las fechas, ha propiciado durante las dos últimas festividades, Ramadán y Eid al Adha, una preocupante fragmentación en la comunidad musulmana de España. Hubo comunidades que hicieron coincidir sus días festivos con Arabia Saudí y otros con Marruecos. La vuelta de la FEERI a los órganos de la CIE induce a pensar que la vía saudí saldrá reforzada en detrimento de la de Marruecos.
Para sus defensores tal vez sea una victoria, pero no es más que un paso hacia adelante que no lleva a ningún sitio, pues la calle aprendió a pensar y decidir, y no porque se lancen notas y comunicados de prensa van a hacer de ellos ley, tal como ha sucedido durante las dos últimas festividades.
Esta situación, la de unirse para adoctrinar mediante notas de prensa para señalar festividades con fechas de comienzo y final, como estandarte y faro a seguir sin derecho a pensar, es cosa del pasado y es causa perdida, pues su único potencial es la fragmentación y la dispersión.
Es mucho más racional, justo y equilibrado que cada comunidad decida con qué país celebrar su Ramadán o Eid al Adha, así como que la intervención de CIE, UCIDE, FEERI o cualquier otra se limite a un carácter puramente simbólico y no coercitivo y con gestión de penas, como sucede en la actualidad.
Los musulmanes de España deben empoderarse y sacudirse el amianto insufrible de los dictados de quienes propician estados de tensión innecesarios y bajo los cuales esconden intereses inconfesables.