jueves. 05.12.2024
flor

Las relaciones entre España y Marruecos han conocido vivencias de todo tipo, a veces  rozando el colapso. Sin  embargo, en todo ese universo de diferencias existe un espacio común -que pasa desapercibido para muchos- inmune a cualquier tensión entre ambos países.

Se trata de un área extremadamente sensible, así asumido por las fuerzas inteligentes de uno y otro, de modo que  “pase lo que pase” ese núcleo debe  permanecer estable y sin tensiones que amenacen su quietud y absoluta  normalidad, virtudes que resultan vitales para preservar la vida cotidiana en Ceuta. Es el Islam en Ceuta.

A diferencia de otras religiones,  el Islam preconiza cinco oraciones diarias, con sus horarios y modo de acceso a las mismas.  La oración (Salat) es el segundo precepto del Islam. Los musulmanes tienen el deber de realizar sus oraciones en tiempo y forma, siempre que sus circunstancias personales y de grupo lo permitan.  El acceso a la oración comienza con el ritual de las abluciones y termina cuando la misma se realiza conforme al modelo establecido.  Los creyentes pueden realizar sus oraciones en sus domicilios, en su lugar de trabajo, durante sus viajes, etc., y también en los lugares de culto destinados a tal fin, generalmente en las mezquitas.

El número de lugares para el culto musulmán en Ceuta oficialmente reconocidos es de 34. Todos ellos gestionados íntegramente por el Ministerio de Asuntos Musulmanes de Marruecos.

Gestionar una mezquita no es tarea fácil. Las mezquitas tienen que abrir para acoger a los fieles en cada oración. Es 365 días y un mínimo de cinco veces al día.  Y esto tiene que producirse en un clima de máxima calma, facilitando en la medida de lo posible las condiciones para que los fieles puedan desarrollar su fe con total serenidad.  Durante el mes de Ramadán la gestión de las mezquitas se redobla, así como durante las oraciones correspondientes a las festividades de Eid Fitr y Eid Adha.

La puntualidad a la hora de abrir y cerrar, el mantenimiento y conservación de las instalaciones, así como los recursos humanos necesarios, exigen una estructura sólida y debidamente ordenada para que todo transcurra con normalidad durante todo el año.

La gestión por parte de Marruecos de las mezquitas de Ceuta se mantuvo durante la pandemia. El cierre de las mezquitas para evitar contagios no impidió la actividad de los muecines, quienes siguieron llamando a la oración en tiempo y forma como señal existencial, al tiempo que se mantenían activos otros servicios relativos a su mantenimiento y conservación.

El mantenimiento de los 34 lugares de culto supone un desembolso mensual de más de 200.000 euros. Además de asumir este importante  gasto económico, Marruecos ha configurado un sistema de funcionamiento  eficaz y de máximo rigorpara los 34 centros.

Por un lado, tiene establecido un sistema administrativo que regula y gestiona todas las operaciones relativas a los gastos corrientes (aguas, luz y otros servicios), así como un departamento encargado de los recursos humanos desde el que se realizan todas las labores de gestión administrativa, desde salarios, días de descanso, incidencias por enfermedad y  otros sobrevenidos, nombramientos y cambios de imames, ayudantes, muecines, encargados de limpieza, etc.

Otra cuestión que se cuida con  máximo celo es el de los tiempos de apertura y cierre de las mezquitas. Este asunto es de vital importancia para mantener viva la actividad de los centros, de modo que los fieles puedan acudir a las mismas para realizar sus oraciones conforme a los postulados del Islam.  Abrir una mezquita significa ponerla al servicio de Dios, de modo que quien asuma esta responsabilidad debe ser consecuente con las obligaciones que conlleva, no solo porque exige una estructura firme y estable, sino porque también se establece un compromiso con Dios.

De los 34 centros de culto existentes en la ciudad muchos abrieron por iniciativa privada, pero el peso de su mantenimiento supuso una gran carga para todos aquellos grupos que se atrevieron con tal hazaña,  así viéndose en la necesidad de acudir a Marruecos solicitando ayuda por serles de imposible cumplimiento el compromiso que adquirieron.

Se reportan todo tipo de incidencias. Un experto en estas cuestiones lo resume así: “si entra una mosca negra tenemos que comunicarlo”.  Se trata de mantener en el tiempo una línea estable y de moderación.  Aquellos tiempos en los que las mezquitas  acogían a todo libre pensador para que transmitiera su forma de ver la religión tocaron a su fin hace tiempo. 

Hoy, la consigna es la moderación y máxima prudencia, de modo que la práctica de la fe no signifique ni sirva para postulados distintos a la paz y a la concordia entre las personas. Y eso es todo el año, pase lo que pase.  Y eso, pese a quien pese, incluso a quienes se enfundan en trajes simulados de periodistas, pero que no son más que almas sin sitio.

Religión intocable