sábado. 27.07.2024
900 ucide
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Aiman Adlbi, en un tono grave y un poco mosca, presentó un resumen sobre las actividades realizadas durante el último ejercicio, muy prolijas según su descripción, aunque tal virtud se antoja como simple ilusión más que una verdad. Obras son amores y no buenas razones, eso dice el refrán, y bien que dice.

Los 33 miembros reunidos iniciaron su encuentro, cómo no, con recitaciones del Corán. Un hábito este muy extendido entre este tipo de organizaciones, y que con su práctica buscan alejar y poner coto a malos espíritus  a la vez que solicitan bendiciones divinas para que su reunión encuentre impulso y recobre la magnificiencia espiritual y de acción en sus deberes de gestión pública y administrativa, pero que en la realidad no es más que un automatismo con el que se busca edulcorar encuentros vacíos de contenido y sin ningún tipo de trascendencia y de utilidad pública.

La gestión de Adlbi fue aprobada sin mucha algarabía, de cara al exterior y porque cualquier otra opción podría echar por tierra la delicada estructura de la entidad,  pero según ha podido recabar IN la desaprobación íntima de los presentes fue mayoritaria.  

El deseo oculto de una gran mayoría no se hizo realidad y Aiman Adlbi no dimitió, decisión que esperaron estérilmente los más avezados en este tipo de cónclaves. Una esperanza que se esfumó y que dio al traste con los planes que se habían trazado y que no eran otros que darle el cambio al inocente Adlbi, que  estuvo con sus pies entre minas sin percatarse de la magnitud de la situación.

Las reuniones de estas personas tienen más fondo simbólico que otra cosa, son más de carácter social y de cambiar impresiones que de rendir cuentas y presentar iniciativas serias y creíbles. No existe ningún tipo de  planificación ni de estructura organizativa, la fijación de objetivos y sus plazos, la distribución de cometidos y su puesta en hora, etc. No hay nada porque no pueden ofrecer alternativas a la difícil y complicada situación de la comunidad musulmana de España.

Eso de reunirse, leer algo del Corán y despedirse hasta la próxima, resulta inaceptable y debería avergonzarles no ya como simples sujetos de una sociedad moderna, sino como miembros de una comunidad a la que dicen representar.

El recambio que habían planeado podría haber significado un soplo de aire fresco para esta adormecida organización, pero las cosas bien hechas exigen otro tipo de aderezos y el que mejor condimenta es el de la propia transparencia, virtud desconocida para algunos. 

Por otro lado, llama la atención que entre los 33 miembros varones solo esté una mujer, lo que resume su talante y escaso interés en hacer partícipes a las mujeres en sus cortijos de poder. 

A la derecha de la imagen puede vislumbrarse  una cortina descolgada y abandonada a su suerte, señal que ilustra la filosofía de vida de quienes abanderan la UCIDE y CIE, o lo que es lo mismo: desorden e indiferencia.

Ni es ético ni es estético.

UCIDE, enemigos silenciosos